
Debemos la creación de la Academia Municipal de Música de San Sebastián, como así se llamó lo que
hoy es el Conservatorio Francisco Escudero, al violinista donostiarra Fermín Barech (1840-1891).
Fermín Barech, había estudiado composición bajo la dirección del eminente y erudito profesor
François Joseph Fétis (1784-1871) y violín con Hubert Léonard (1819-1890) en el Conservatorio de
Bruselas. Allí obtuvo los Primeros Premios de Fin de Estudios en Violín y en Composición. Se
distinguió como Primer Violín en el Teatro Real de Bruselas, donde llegó a tocar bajo la dirección de
Richard Wagner, actuó con la Sociedad de Cuartetos de Léonard y más tarde en el Teatro Real de
Madrid [1].
Él, que durante varios años vivió en primera persona el ambiente y la enseñanza musical en su más
elevado nivel, quiso implantar una academia musical pública en donde, además del solfeo, también se
enseñasen los diversos instrumentos que constituyen una orquesta [2], con el rigor y la seriedad que
él había visto en Bruselas.
Así pues, su objetivo no era otro que el de formar profesionales de la propia ciudad para nutrir las
agrupaciones musicales que San Sebastián necesitaba, ya que, por aquel entonces las bandas y
orquestas que actuaban durante el verano, se hacían venir de fuera [3] para los grandes
acontecimientos musicales de la temporada estival.
La presencia musical de la ciudad, que estaba representada por La Capilla
Musical de las parroquias, reglamentada desde 1848 y dirigida entonces por
José Juan Santesteban (1809-1884), se limitaba a las grandes solemnidades
religiosas [4], pero su modelo educativo era insuficiente para la idea que se
empezaba a fraguar sobre la enseñanza pública de la música.
[1] José Ignacio Tellechea Idígoras. Orígenes de la Academia Municipal de Música. Pag.17 [2] José Ignacio Tellechea Idígoras. Orígenes de la Academia Municipal de Música. Pag.16 [3] José Ignacio Tellechea Idígoras. Orígenes de la Academia Municipal de Música. Pag.19 [4] José Ignacio Tellechea Idígoras. Orígenes de la Academia Municipal de Música. Pag.14
En 1866, Fermín Barech ya propuso al Consistorio Municipal la creación de una Academia de Música.
Fue el primer intento de muchos, pues volvió a plantear la cuestión en 1869 y en 1874.
En 1877, se frustraron sus ilusiones al crear el Ayuntamiento solamente la Escuela de Solfeo, en la
que el Ayuntamiento nombró como profesores de la misma al ya mencionado José Juan
Santesteban (1809 – 1984) y a Raimundo Sarriegui (1838 – 1913), músicos de renombre y muy
considerados en la ciudad.
Raimundo Sarriegui, ya era un compositor muy estimado por tantas marchas, danzas y
contradanzas, pasacalles, himnos, polcas y demás música festiva que salieron de sus manos y que
aún hoy en día se disfrutan con fervor en las fiestas de la ciudad de Donostia.
Raimundo Sarriegui dirigiendo la banda Euterpe, fundada por él.
Para un violinista profesional de la categoría de Fermín Barech, de carrera artística bien cimentada,
de competencia unánimemente reconocida y de autoridad indiscutible [5], la creación de la Escuela
de Solfeo, sin el contrapunto de la enseñanza de los diferentes instrumentos musicales, era a todas
luces insuficiente.
En 1878, volvió a exponer la cuestión ante el Ayuntamiento a la vez que ofreció una serie de
conciertos en los que tuvo mucho éxito. Quizás fueron estos últimos hechos los que terminaron de
convencer al Ayuntamiento para poner en marcha, por fin, la ansiada Academia Municipal de
Música de San Sebastián en 1879.
[5] Revista Vascongada Euskal-Erria. Crónica de 1915: Violinistas Donostiarras. Academia Municipal de Música de San Sebastián.
Fundación de la Academia municipal de Música de San Sebastián, 1879.
Para la elaboración del Reglamento Orgánico se consultaron los de las Escuelas de Música de
Pamplona (1858), Bayona (1876) y Bilbao (1878). En San Sebastián se optó por elaborar un
reglamento análogo al de Bilbao con algunas modificaciones. Por ejemplo, se elimina el artículo 41
que abría la puerta a una matrícula especial para mujeres en condiciones análogas a las de los
alumnos gratuitos y dedicadas a la enseñanza exclusivamente de canto y piano [6]. Efectivamente,
en los listados del primer curso 1879-1880, se puede comprobar que todos los alumnos son varones.
El primer cuadro de profesores fue el siguiente: Fermín Barech fue nombrado director y profesor de
violín superior, Federico González de violonchelo y contrabajo, Joaquín García de violín elemental,
Mariano Huesca de clarinete y saxofón, Luis Repáraz de flauta, flautín, fagot y oboe, Juan Hernández
de instrumentos de viento metal: trompa, trombón, bombardino y cornetín; Justo Sáiz y Raimundo
Sarriegui eran profesores de solfeo. Bonifacio Echeverría sustituyó a Justo Sáiz tras su retirada en
1882, obteniendo la plaza por concurso oposición.
Aparte de las obligaciones docentes, se acordó que los profesores deberían intervenir en
determinadas funciones musicales de las parroquias de Santa María y San Vicente.
Ya en el primer año de funcionamiento (1879) había 358 alumnos matriculados. En 1880 se anuncia
también la matrícula para la enseñanza pública de silbo (txistu).

Plazuela de las Escuelas. Al fondo, edificio municipal, dependencias donde se impartían clases de música en 1880 [7]
[6] José Ignacio Tellechea Idígoras. Orígenes de la Academia Municipal de Música. Pag.31 [7] Fermín Barech Fundador y primer director de la Academia Municipal de Música. José Ignacio Tellechea Idígoras. Pág. 180. Eresbil
Para situar la historia del Conservatorio en su contexto, hay que tener en cuenta el auge y la expansión
que la ciudad experimenta con el derribo de las murallas en 1863. A su vez, esto genera un importante
desarrollo económico, comercial y, por ende, cultural.
Conviene destacar que cuando se funda la Academia de Música en 1879, la Reina Regente María
Cristina Habsburgo-Lorena aún no veraneaba en San Sebastián, ni se había comenzado a construir el
Palacio de Miramar o el Gran Casino, actual ayuntamiento de la ciudad; tampoco existía el Orfeón
Donostiarra. Sin embargo, San Sebastián ya es una ciudad posicionada como ciudad-balneario y de
veraneo.
San Sebastián a finales del siglo XIX
La creación de la Escuela Municipal de Música fue la idea de un músico que supo captar con antelación
las necesidades musicales de la ciudad y que ideó una estructura para encauzarlas.
Por otra parte, tampoco se lo puede considerar como un hecho aislado, sino que hay que enmarcarlo
dentro de una corriente general que se estaba dando en toda España con la creación de Academias de
Música Municipales en muchas capitales.
Academia Municipal de Música versus Banda Municipal, 1886
A pesar de la buena disposición de todas las partes implicadas en el proyecto de la Academia Municipal
de Música, fueron años muy difíciles y conflictivos. Había pocos profesores, escasez de instrumentos;
las faltas de asistencia de los alumnos adultos eran abundantes, especialmente cuando empezaba a
alargar el día y los chicos no asistían a los ensayos de coro. Los problemas y rencillas entre los músicos
de la Capilla Musical y los de la Academia de Música se acumularon de tal forma, que en 1885 se llegó
a plantear la desaparición de la institución de enseñanza musical.
En 1886 el Ayuntamiento decidió crear una Banda Municipal de Música con el objetivo de amenizar los
veranos donostiarras. Unos 90 conciertos en tres meses. Esta propuesta fue muy controvertida y
polémica porque ponía en peligro la propia subsistencia de la Academia y la desaparición de la
enseñanza de los instrumentos de cuerda. Los músicos de la Banda asumirían la enseñanza del solfeo
y de los instrumentos de viento. Sin embargo, había voces dentro de la propia Corporación Municipal
que consideraban que los músicos de Banda no tenían preparación profesional, ni metodología para
impartir dichas materias. Aún así, en detrimento de la Academia, decidieron apostar por la Banda
Municipal que asume a su vez la enseñanza del Solfeo y de los instrumentos viento. Esto conlleva la
práctica desaparición de la enseñanza de los instrumentos de cuerda. La sección de enseñanza se
denomina Academia de la Banda de Música.
La Academia de Música iniciada por Fermín Barech en 1879 se clausura definitivamente en 1888.
Fermín Barech murió en 1891.
La Banda y la Academia de la Banda Municipal de San Sebastián son dirigidas desde su fundación en
1886 hasta 1912 por Álvaro Milpager (1886-1889), Bressonier, Juán Guimón (1889-1895), José
Rodoreda, Arturo Saco del valle (1905), Valentín Castellano (1906) y Bernardo Gabiola (1907-1912)
sucesivamente.
Bernardo Gabiola en el centro.
Euskal-Batzarre: Sala Wagner. Sociedad Easo: Palacio de Bellas Artes 1895
Paralelamente, en nuestra pequeña ciudad de algo más de 30.000 habitantes, había un grupo de
personas instruidas e inquietas, aficionadas a la literatura, Música, Pintura, Arqueología, Investigación
y todas las ramas de las ciencias y el saber. Se reunían con regularidad en una tertulia que disertaba
sobre todos estos temas y que derivó en la Sociedad Euskal-Batzarre.
Entre ellos se encontraban los músicos Leonardo Moyúa, Germán Cendoya, Marino Tabuyo, Juán
Guimón, y otros ilustres personajes de la Sociedad donostiarra. Ellos se consideran los sucesores de
aquella Sociedad Bascongada de los Amigos del País (1765-1808) fundada por el Conde de
Peñaflorida, de cuyos ideales y propósitos toman el testigo.
Constituyeron la “Euskal-Batzarre” (1893) con local en la calle General Echagüe y su sala de conciertos
“Sala Wagner”. Lo que en un principio eran veladas íntimas de música de cámara realizadas por ellos
mismos, en poco tiempo se abrió a un público más numeroso creando el sistema de socios que
pagaban una cuota.
Es así como en 1895 se crea la Sociedad Anónima Easo. Ésta adquiere un solar en una calle que aún
no tenía nombre, que no es otra que la calle Euskalerria. En ella edifican el Palacio de Bellas Artes para
organizar y acoger el cada vez más numeroso abanico de público y actividades. Se inaugura en
noviembre de 1896 con un concierto dirigido por Juán Guimón.
Leonardo de Moyúa, en la Sala Wagner,1895
Palacio de Bellas Artes, calle Euskal-Erria. Academia de Música. 1897-1912
La Sociedad de Bellas Artes había nacido en 1895 y era la responsable de gestionar las actividades
culturales en el nuevo edificio de la calle Euskal-Erria, el Palacio de Bellas Artes, propiedad de la
Sociedad Easo.
En el verano de ese mismo año organizó la primera Exposición de Bellas Artes celebrada en San
Sebastián con pintores de la talla de Regoyos y Ugarte, como los guipuzcoanos más destacados. Fue
una exposición que tuvo amplio reconocimiento y difusión por la categoría de quienes participaron en
ella con su obra: Sorolla, Rusiñol, Benlliure, Susillo, Muñoz Degrain, Gordón, Hernández Nájera y tantos
otros [8] y que posicionaba a San Sebastián como ciudad de élite y de alto nivel cultural.
La importancia que tiene la Sociedad de Bellas Artes para la Historia del Conservatorio es que fue en
el propio Palacio de Bellas Artes donde se ubicó la Academia de Música y donde se impartieron las
clases hasta el año 1912. Para la Sociedad de Bellas Artes la enseñanza de la Música era un pilar
fundamental en su tarea cultural, que además contaba con el apoyo económico del ayuntamiento.
En 1897 se propuso a Alfredo Larrocha como profesor y director de la nueva Academia. Se impartían
todos los instrumentos de cuerda, canto y solfeo. Poco tiempo duró, sin embargo, esta entidad
artística, que apenas fundada, revelóse tan brillantemente. Pequeñeces que derrumban grandes
instituciones, se han registrado con frecuencia en Donostia. Más tarde, la Sociedad Económica de los
Amigos del País, con la cooperación de las Corporaciones provincial y municipal, estableció la
Academia musical que durante muchos años ha venido funcionando en el ya incendiado Palacio de
Bellas Artes, de la calle de Euskal-Erria [9]
1898, Palacio de Bellas Artes de la calle Euskal-Erria
[8] Revista Blanco y Negro nº 276. 15 de agosto de 1896. [9] Revista Vascongada Euskal-Erria. Crónica de 1915: Violinistas Donostiarras. Academia Municipal de Música de San Sebastián.
La Academia Musical estuvo bajo la tutela económica de las Corporaciones Provincial y Municipal
y la Sociedad Económica de Amigos del País, y se la conoció como Academia de Música de Bellas
Artes, ya que las clases se impartían en el mencionado Palacio, edificio debido al arquitecto José de
Goicoa y Barcaiztegui (1844-1911). En la zona superior se encontraba el Salón Teatro donde se
representaban obras de teatro, ballets, conciertos y espectáculos humorísticos; en los locales de la
planta baja se impartían las clases de música.
Allí estudiaron o dieron sus primeros recitales José Mª Usandizaga (1887-1915) o el ya consagrado
Léo de Silka, nombre artístico de Leonardo de Moyúa (1857-1920), en una época en la que un alcalde
podía ser a su vez un concertista de talla internacional como era el caso de Léo de Silka.
En 1912, el cuadro de profesores era el siguiente:
Germán Cendoya (solfeo 1898), (órgano 1900) y piano
Manuel Cendoya (solfeo y piano 1902)
Bonifacio Echeverría (órgano y armonía 1898-1900)
José Mª Echeverría (canto y coro 1898-1903)
Secundino Esnaola (canto y coro, 1907)
Claudio Jauregui (armonía y composición 1900-1902)
Alfredo Larrocha (instrumentos de arco, conjunto instrumental, dirección 1897)
Leonardo Moyúa (piano 1900-1903)
Beltrán Pagola (armonía y composición, piano 1898, 1903)
Ángel Sainz (solfeo 1898-1907)
Eulogio Villabella (canto)
Vínculo de figuras relevantes con la Academia de Música
Fueron aquellos, unos años de efervescencia musical para la ciudad de San Sebastián. En el Palacio
de Bellas Artes actuaron grandes nombres, se organizaron las primeras exposiciones de pintura y
escultura. Todas las manifestaciones artísticas y literarias tuvieron un extraordinario auge. No cabe
duda de que un gran impulsor de estas manifestaciones culturales fue el concertista Léo de Silka,
Marqués de Rocaverde.
Desde 1887, bajo la Regencia de la reina María Cristina, hasta 1928, San Sebastián se convirtió en el
lugar de veraneo de la familia Real, y la aristocracia española y europea. Fueron años de esplendor en
lo social, en lo económico y en lo cultural.
La ciudad contaba con 2 orquestas, además de la banda y pequeñas agrupaciones y orquestinas muy
requeridas para los abundantes festejos. San Sebastián era una ciudad cosmopolita y muchos artistas
actuaron en ella. Durante todo el verano había una completa temporada de conciertos: Son los años
del veraneo de Pablo Sarasate, o de los magníficos conciertos de Enrique Fernández Arbós (1863-
1939). Para hacernos una pequeña idea de lo que suponía la actividad cultural, he aquí un párrafo de
las Memorias de Enrique Fernández Arbós:
Durante las vacaciones de Nochebuena (1896), nuestro cuarteto español, llevando como
pianista a
Carlos Sobrino, emprendió un viaje por España. Tocamos en la Sociedad de
Bellas Artes de San Sebastián. Yo había actuado antes en ella en un concierto en que
tomaba parte, como pianista, Léo de Silka, marqués de Rocaverde, al que asistió toda
la Familia Real y guardaba un grato recuerdo del ambiente íntimo y simpático de su
público y de su salita de conciertos.
Esta segunda actuación obtuvo un gran éxito y, durante los días de nuestra estancia en
Donostia, tuvimos ocasión de darnos cuenta de las actividades de la Sociedad y
compartir con varios queridos amigos su vida íntima y alegre, así como sus iniciativas
artísticas.
Alma de ellas era el compañero que había de estar más tarde ligado a mí, el
excelente violonchelista y después director de orquesta, inagotable animador de
alegres y jocosas fiestas, Alfredo Larrocha. La Sociedad de Bellas Artes, no se limitaba
a la música de cámara. Patrocinaba esta asociación, aparte los conciertos , óperas
improvisadas, exposiciones de cuadros, recitales de órgano, representaciones
humorísticas, producción de las primeras películas que se conocieron en la ciudad, etc
[13]. Enrique Fernández Arbós, 1894
Un ambiente tan selecto, que tenía lugar en el mismo edificio, ¿Cómo no iba a influir y a interactuar
con la Academia de Música? La vida musical de la ciudad y la de la Academia estaban totalmente
ligadas. Los profesores de la Academia eran también miembros de las orquestas o de la banda, ya
que el presupuesto económico de todo ello partía de las arcas municipales.
Se cuenta en la crónica Violinistas Donostiarras de la Revista Vascongada Euskal-Erria, cómo en
aquellos años“raro era el mukizu que no hiciera sus primeras armas en el manejo del arco del violín,
todos ellos jóvenes aspirantes a Sarasates”.
No es de extrañar que en este gran interés por estudiar violín tuviera una enorme influencia el hecho de
que Pablo Sarasate (1844-1908) veraneó en la Bella Easo desde 1880 a 1900, y que durante unos 15
años, a fines de septiembre, hasta el año 1906, Don pablo cooperaba con dicha orquesta (Gran Casino)
en una audición a beneficio de aquella masa instrumental, cuando se acercaba el término de la
estación veraniega [14].
En aquellos tiempos, aunque el prestigio de los músicos era grande, los sueldos de los músicos
profesionales eran por lo general muy bajos. Hay que tener en cuenta que Pablo Sarasate fue el más
famoso y el más mediático violinista del mundo de su tiempo, como diríamos hoy. Despertaba el
fervor y la locura en cada rincón del mundo donde tocaba. Fue el violinista mejor pagado, con mucha
diferencia, de su tiempo. Sus actuaciones eran multitudinarias.
[13] Enrique Fernández Arbós. Memorias. Ediciones Cid. Pag. 306 [14] Memorias de Sarasate. Julio Altadill. Edición facsímil de la realizada en 1909. Fondo de publicaciones del Gobierno de Navarra. Pag.273
Algunos profesores de la Academia de San Sebastián, como Alfredo Larrocha, se contaban entre sus
amigos. Sólo en San Sebastián tocó alrededor de 50 veces. ¿Cómo no iba a tener relación este bullir
musical de la ciudad con la propia Academia de Música y sus profesores?
Dedicatoria (1896) de Pablo Sarasate a Alfredo Larrocha (1874-1946) extraordinario violonchelista y profesor de la Academia Municipal de Música de San Sebastián. Director en numerosas ocasiones de la Orquesta del Gran Casino.
Los conservatorios son instituciones de enseñanza musical que tienen mayor o menor peso debido,
en parte, a los alumnos que se formaron en ellos y que, con posterioridad, han dejado huella en la
Historia de la Música. Los profesores de los conservatorios han ejercido su magisterio casi siempre
en la sombra, en una labor callada y continua. Así pues, solemos leer que tal intérprete o compositor
estudió en tal conservatorio y con tales o cuales profesores.
Primeros alumnos ilustres y otros músicos
¿Quiénes fueron los primeros alumnos destacados de aquella primigenia Academia, hoy Conservatorio
Profesional de Música Francisco Escudero?

José María Usandizaga, de niño
En 1896 comenzó José Mª Usandizaga (1887-1915) a estudiar en la
Academia de Música situada en el Palacio de Bellas Artes. Hizo solfeo
con Manuel Cendoya (1861-1920), piano con el profesor Germán
Cendoya, excelente y modesto profesor que hizo pianista a casi toda la
generación donostiarra de entonces y armonía con Beltrán Pagola
(1878-1950).

Pablo Sorozabal en Leipzig, 1920
Pablo Sorozabal (1897-1988) fue discípulo de la Academia, quien estudió
violín con Alfredo Larrocha (1874-1946) y armonía con Beltrán Pagola.
Desde niño mostró unas dotes excepcionales para el violín y el piano.
Muy pronto empezó a ganarse la vida tocando en cines, cafés, y fiestas.
Por aquellos años tocó con la orquesta del Gran Casino bajo la dirección
del Maestro Arbós y Alfredo Larrocha.
Regino Sainz de la Maza (1896-1981), el legendario guitarrista que
estrenó el Concierto de Aranjuez y abordó con renovada visión el
repertorio de la guitarra del siglo XX, vivió unos años en San Sebastián.
Realizó estudios en la Academia de Música con Landache, Quesada y Beltrán Pagola, y tuvo como
compañeros a Pablo Sorozabal (1897-1988) y Juan Tellería (1895-1949).

Regino Sainz de la Maza (Palma de Mallorca, 1917)
También lo fue Juán Guimón (1870-1916), alumno de violín de Fermín Barech,
músico de gran temperamento, marchó a estudiar a Viena, renunciando al cargo
de subdirector de la Banda de Música de San Sebastián. Más tarde, siendo ya
director de la misma, se ganó el primer premio del Concurso de Bandas de
Pamplona, uno de los más importantes de la época. El 4 de mayo de 1889
estrenó en el Teatro Circo su ópera Iparraguirre. Junto a José Mª Echeverría,
pianista y profesor de la Academia, iniciaron la publicación de canciones en
euskera en bloques de 25 hasta llegar a 100, con el título de Ecos de
Vasconia. [17]
El donostiarra Marcelino Gálatas y Real de Asúa (1837-1899), fue compositor
y director de la Banda Municipal de Música, también muy relacionado con la
Academia Municipal de Música.
A las dos de la tarde recorrió las calles de la ciudad la cabalgata presentada en la tarde
del domingo en la plaza de toros, precedida de la banda de música del Sr. Galatas y
seguida de un numeroso coro que con acompañamiento de nutrida orquesta, cantaba
en los puntos de parada con afinación y gusto, una preciosa composición, cuya letra
en vascuence y castellano, debida respectivamente a los Sres. Iraola y Soroa….[18]
Bernardo Gabiola, director de la Academia de la Banda Municipal de Música, 1907-1912
Bernardo Gabiola era organista. En palabras de Joaquín Turina “el As de los organistas españoles”.
Obtuvo por oposición la dirección de la Banda y de la Academia, ocupando ambos puestos entre
1907 y 1912. Este mismo año ganó las oposiciones de profesor de órgano en el Conservatorio de
Madrid y allí marchó a ocupar la plaza, llegando a ser subdirector y decano de los catedráticos de
aquel conservatorio.
Banquete de despedida del Maestro Gabiola en 1912 con motivo de su marcha a Madrid. Gabiola sentado en el centro, en primer plano. Hotel du Palais, San Sebastián.
[17] José Luis Ansorena. La canción en Euskalerria. Pag.432. [18] Patricio Urquizu Sarasua. Teatro vasco. Historia, reseñas, entrevista ”El carnaval de 1887 en San Sebastián”.
La Academia de Música se escinde de la Sociedad de Bellas Artes. 1912
La sociedad de Bellas Artes llevaba unos años en decadencia. Las bajas de los socios eran continuas,
llegando al punto de no poder pagar el alquiler o realizar reformas necesarias en el edificio. El
sostenimiento económico de la Academia de Música, también subvencionada por el Ayuntamiento,
suponía una suma importante. Por salvar la propia subsistencia de la Sociedad, se acuerda con el
Ayuntamiento que éste asuma la Academia y sobre todo dé continuidad a una labor académica que
tenía un gran prestigio y que daba excelentes resultados artísticos. El Ayuntamiento se comprometió a
mantener las plazas y categorías del profesorado y unificar las academias de música que ya tenía: La
de la Banda Municipal con la Academia de Bellas Artes.
El 15 de octubre de 1912 se inauguraba la nueva Academia Municipal de Música y Canto de San
Sebastián en el Teatro de Bellas Artes en un acto muy solemne [10]. Las clases se impartirían en
dependencias pertenecientes al ayuntamiento.
Pocos meses después de las azarosas gestiones de compra y venta del Palacio, en la tarde del 27 de
febrero de 1913, el Palacio de Bellas Artes sufrió un terrible incendio. Bajo las llamas desaparecieron
las esculturas de Bach, Mozart, Beethoven, Haydn, Gluck y Haendel que se asomaban desde las alturas
del Salón Teatro; también el magnífico lienzo de Darío de Regoyos (1857-1913) representando la
Cabalgata de las Valquirias, que se hallaba en la Sala de Convenciones.
La Academia Municipal de Música en el edificio de la calle Garibay. 1915
Por algunas fotos se sabe que la Academia de Música está en 1915 en el edificio municipal de la calle
Garibay. En la crónica antes citada de la Revista vascongada, a la Academia se la menciona ya como
verdadero conservatorio: Los desvelos de la Junta auxiliar de música, y la pacienzuda e inteligente labor
del distinguido profesorado y de su director, el competentísimo maestro D. Regino Ariz, hanse puesto de
manifiesto en el brillantísimo concierto que acabamos de indicar. A la chita y callando, sin ruidos ni
estridencias, han transformado la institución en un verdadero Conservatorio.
¿Pero dónde está ese Conservatorio? En un edificio cuya portada ostenta en gruesos caracteres la
inscripción «Depósito provincial», al que ante la variedad de los servicios establecidos, no acierta el
público a distinguirle con otro nombre que el de «Antigua fábrica de tabacos» [11]. La Escuela de artes y
oficios se encontraba también en la misma manzana de casas.
[10] La música en la RSBAP. José María Aycart Orbegozo.
[11] Revista Vascongada Euskalerria. Crónica de 1915: Violinistas donostiarras.
Antiguo edificio de Tabacalera en 1868, c/ Garibay, donde se ubicó en 1913 la Academia Municipal de Música [21]

Alumnos de la Academia tras un concierto en 1915, delante del antiguo edificio de Tabacalera Fotografías de Ricardo Martín, conservadas por la Fundación Kutxa. Izda a dcha: Félix Sistiaga (pianista), Zargüeta (bajo), Pérez (tiple), Larrocha hijo (violonchelista)

Quinteto de viento, alumnos de la Academia (mismo concierto que la fotografía anterior). Moreno (profesor fagot), Félix Sistiaga (oboe), Sánchez (trompa), Tricas (flauta), Larumbe (clarinete).
En esta fotografía aparece como alumno Félix Sistiaga (1896-1972), quien había iniciado sus
estudios musicales en la Academia a los 8 años. Estudió solfeo con Bonifacio Escobosa, oboe con
Valentín Castellanos, flautín con Ignacio Gurruchaga, piano con Germán Cendoya y armonía con
Regino Áriz (1874-1947) y Claudio Jáuregui Portu (1863).
Félix Sistiaga ocupó una plaza de oboe en la Banda de música ya con 17 años, y fue catedrático
de solfeo en el Conservatorio Municipal de San Sebastián hasta 1967, año en que se jubiló.
Ingresó en la Orden de Alfonso X el Sabio y recibió la Medalla de Plata de la ciudad de San
Sebastián.
[21] Revista Vascongada Euskalerria. Crónica de 1915: Violinistas donostiarras.
Se conserva un montaje fotográfico del pianista
Fabián Furundarena (1862-1928) y el violinista
César Figuerido, (1876-1956), ilustre profesor
durante muchas décadas de la Academia y
posteriormente Conservatorio, en recuerdo de
la gira de conciertos de mayo de 1913, que les
llevó a tocar en Madrid, Barcelona, Valencia y
otras ciudades hasta llegar a París. Ese mismo
año entró César Figuerido como profesor de
violín en la Academia de Música.
Debía ser de personalidad muy abierta y
brillante; tenía grandes y abundantes
relaciones profesionales. Quizás fue esto lo
que le llevó a crear, la Agencia Internacional
de Conciertos, gracias a la que muchos
reconocidos músicos vinieron a San
Sebastián; entre ellos Maurice Ravel y Béla
Bartók.
La fotografía del gran conjunto formado por alumnas, a la izquierda, orquesta de alumnos y profesores en el centro, y alumnos a la derecha, fue tomada por Ricardo Martín en 1915. En ella se distingue a Larrocha hijo con el violonchelo y al profesor Moreno con un saxofón.
A juzgar por el entorno y comparando con la siguiente fotografía, podrían estar posando delante
del edificio donde se daban las clases de música. Es decir, junto al antiguo edificio de la fábrica de
tabacos, que formaba patio común con el edificio del Instituto de Enseñanza Municipal, esquina
de las calles Garibay y Andía.

Foto de los profesores de la Academia Municipal de Música tomada por Ricardo Martín, en 1916. Se conserva en la Fundación Kutxa. Está tomada en el mismo patio que la fotografía anterior. Izda a dcha: Bonifacio Escobosa (solfeo), Manuel Cendoya (solfeo superior), José Mª Iraola (piano), Francisco Cotarelo (piano), Secundino Esnaola (Bajo), Regino Áriz (director), Valentín Castellanos (viento madera), Alfredo Larrocha (violonchelo), César Figuerido (violín), Beltrán Pagola (armonía) y Josefa Ávila (solfeo).
Hoy en día apenas se sabe algo de
Bonifacio Escobosa, de Valentín
Castellanos o, de la única mujer
profesora, Josefa Ávila, que aún seguía
ejerciendo su labor docente en 1939.
José Mª Iraola no hay duda de que fue
un extraordinario profesor de piano, a
juzgar por la cantidad de alumnos
profesionales destacados que se
formaron con él. Por citar algunos,
Ricardo Requejo, Tomás Garbizu,
Pascual Aldabe, Belén Aguirre,
Francisco Corostola, Félix Lavilla,
Carmen Ocáriz, etc. Para muchos era,
“El Gran Iraola”.
Todos ellos vivieron el extraordinario ambiente musical que, durante el primer tercio del siglo XX,
tuvo lugar en San Sebastián. Músicos que desempeñaron su labor docente a la par que
desplegaban su actividad como intérpretes. Es el caso de: Regino Áriz (1874-1947), como director
del Conservatorio, director de la Banda Municipal de Música, fino arreglista y transcriptor de las
obras para banda que se conservan en el Archivo de la Biblioteca del actual Conservatorio.
Secundino Esnaola (1878-1929), cantante y director del Orfeón Donostiarra desde 1902 y profesor
de solfeo y canto en la Academia desde 1906. Alfredo Larrocha (1874-1946), como violonchelista
y director de la Orquesta del Gran Casino en los conciertos que abrían la temporada de verano.
César Figuerido (1876-1956), violinista concertista y fundador de la Agencia Internacional de
Conciertos. Beltrán Pagola (1878-1950) profesor de la Academia desde 1902, antes había dirigido
la banda de Música y actuado como pianista en la orquesta que dirigía Alfredo Larrocha,
compositor y autor de un Tratado de Armonía. Francisco Cotarelo (1884-1943) pianista del Gran
Casino desde 1913 y brillante profesor de piano e Historia y estética del conservatorio hasta el
año de su muerte.
Como se puede comprobar, una labor extraordinaria, que se ha borrado no sólo de la memoria
colectiva de la ciudad, sino de la del propio conservatorio.
En 1927 se reconoció oficialmente a la Academia como Conservatorio Elemental de Música,
siendo entonces su director, Regino Áriz Cía.

Regino Áriz, director de la Banda en 1929, entre los alcaldes de Vitoria y San Sebastián.
Visita de Béla Bartók. 1932
La siguiente fotografía tiene importancia porque nos da una idea de la relevancia que nuestro
conservatorio tenía en esos años. En ella vemos ilustrada la visita que Béla Bartók hizo a San
Sebastián en 1932.
La visita de tan gran compositor a nuestra tierra es debida a la gestión que César Figuerido hizo a
través de su Agencia Internacional de Conciertos. Y ¿Quiénes rodean a Bartók? A su lado izquierdo,
Francisco Cotarelo y Beltrán Pagola; detrás de éste, José María Iraola. Vemos también a César
Figuerido. Todos ellos profesores del Conservatorio.
Sin duda le agasajaron. La fotografía está tomada a la salida del restaurante Panier Fleuri de
Rentería. ¿Estuvo Béla Bartók en el Conservatorio? ¿Pisó nuestras dependencias? ¿Firmó en algún
libro de visitas de personalidades ilustres? De momento, son preguntas al aire.

Visita de Bela Bartók, Rentería enero de 1932
El Conservatorio se instala en la calle Easo. 1933
El edificio donde se ubica el actual Conservatorio de Música de San Sebastián Francisco Escudero es
obra del arquitecto municipal Juan Rafael Alday (1870-1955). Se inauguró en 1933 y albergó el Parque
de bomberos, las oficinas de la Policía Municipal y el Conservatorio de Música, Danza y Declamación.
La esquina que ocupa el conservatorio fue construida exprofeso por el Ayuntamiento de San Sebastián.
Era el único conservatorio de España que entonces contaba con edificio propio, lo que da idea de la
importancia que la Corporación Municipal quiso dar a la enseñanza musical pública. También fue
dotado con una importante biblioteca que contiene los archivos de la Banda y de la Orquesta.
Ubicado en lo que en el año 1930 estaba siendo la zona más moderna y de expansión de la ciudad. De
estilo racionalista, conserva en su interior elementos de origen sencillos, pero bellos: la escalera, el
patio que recibe luz natural desde el lucernario hasta la planta baja y sirve de punto de encuentro para
los alumnos, profesores y familias. Las aulas son exteriores en su mayoría y poseen grandes
ventanales.
La lectura que puede hacerse hoy en día respecto a la importancia que el Ayuntamiento daba al
Conservatorio, es que decidió ponerlo en un edificio nuevo, moderno, emblemático, situado en el
centro neurálgico de la ciudad, al lado de la catedral, en un barrio que ya estaba mirando hacia los
humedales de Amara para expandirse.
Aún así, hay una reivindicación histórica respecto a un edificio que hace ya años, no reúne las
condiciones necesarias para la impartición de la enseñanza musical. En la actualidad, año 2020,
puede decirse que el edificio incumple la normativa legal.
El Claustro de Profesores del Conservatorio en 1939
La siguiente fotografía es del año 1939, terminada la Guerra Civil. Quizás septiembre u octubre,
cuando comienza el curso 1939-1940. En ella vemos de izda. a dcha.:
1º por la Izda. Antonio Cortés, oboísta y Secretario del Conservatorio. Antes de venir a San
Sebastián había sido músico de la orquesta del Liceo de Barcelona. Decía que desde el foso del
Liceo se oía el mar. J.A. Medina labrada le sustituyó en la Secretaría cuando se jubiló en 1960.
2º por la izda. Luis Urteaga (1882-1960). En 1924 obtuvo la plaza de profesor de solfeo. Era
organista, profesor de solfeo, armonía y órgano.
3º por la izda. César Figuerido (1876 – 1956). Profesor de violín en la Academia desde 1913.
4º Miguel Ribalta, Era catalán. Profesor de trompeta. Murió en 1961.
5ª Josefa Ávila. Profesora de solfeo. Aparece en la foto de 1916.
6º José Mª Iraola Arrillaga, pianista, profesor de Mª Carmen Ocáriz. Aparece en la foto de 1916.
7º Regino Áriz (1874-1947). Director del Conservatorio y de la Banda Municipal.
8º Francisco Cotarelo (1884- 1943). Pianista y profesor durante más de 30 años. También
impartió Historia y Estética.
9º Mª Teresa Hernández (1885-1975) Profesora de canto y fundadora del Coro Maitea de Irún. Se
jubiló en 1955 a la edad de 70 años. Recibió la Cruz de Alfonso X el Sabio, la Medalla de Plata
de la ciudad de San Sebastián y las Palmas Académicas de Francia.
10º Vicente Gomis
11º Alfredo Larrocha (1874-1946) violonchelista nacido en Granada. Pablo Sorozabal fue
alumno suyo. Dirigió la Orquesta del Gran Casino y fue un gran impulsor de las Bellas Artes.
Fue nombrado hijo adoptivo de San Sebastián.
12º Beltrán Pagola (1878-1950). Profesor de composición hasta 1948, durante casi 50 años.
13º Robustiano de Lucas, profesor de trompa.
Ramón Usandizaga, director del Conservatorio entre 1941 y 1963
Ramón Usandizaga (1889-1964), hermano de José María Usandizaga, fue nombrado en 1941
director del Conservatorio de Música donostiarra. Bajo su dirección el Conservatorio pasó de ser
Elemental a Conservatorio Profesional. Es decir, todo el rango de la enseñanza musical que se
podía impartir bajo el Plan de Educación de 1942.
Consiguió que el Ministerio de Educación reconociera la validez académica para los profesores,
en categoría de Técnicos. Simultaneó la Dirección del centro con las cátedras de Dirección
orquestal e Historia de la Música y Estética hasta 1963, año en que se jubiló. Durante estos años,
la Orquesta Sinfónica del Conservatorio y la Orquesta de Cámara de Guipúzcoa tuvieron un gran
protagonismo en la ciudad y provincia. Se dieron numerosos conciertos en el Teatro Victoria
Eugenia que tenían lugar los domingos por la mañana.
Fotografía de Vicente Martín, 1945. Fundación Kutxa. Profesores del Conservatorio reunidos con el Padre Nemesio Otaño (1880-1956)
1ª fila, sentados. Izda. Teresa García Piudo (piano), centro Nemesio Otaño, dcha. Norberto
Almandoz
2ª fila, Antonio Cortés, Elías Arizcuren, Regino Áriz, Beltrán Pagola, Mª Teresa Hernández,
Ramón Usandizaga, xxx, xxx, Eduardo Hernández Asiain, César Figuerido.
3ª fila, Ángel Cabanas, Antonio López Hortas, Miguel Ribalta, xxx, xxx, Robustiano Lucas, Luis
Urteaga, xxx.
Llaman la atención los numerosos diplomas que cuelgan en la pared del conservatorio
Fotografía de Paco Marín 1949. Fundación Kutxa. Hernández Aisain (violín), Elías Arizcuren (violonchelo) Martín Imaz (piano)[12]
Algunos profesores del Conservatorio a la salida de Santa María en 1948. Fundación Kutxa
En esta fotografía de 1949, se puede observar a un joven Francisco Escudero (2º por la izda),
Ángel Cabanas y Beltrán Pagola, penúltimo de la derecha. En 1948, Francisco Escudero
(1912-2002), compositor, obtuvo la Cátedra de Armonía y Composición. En 1952 ya eran
profesores del Conservatorio Municipal de Música Primitivo Azpiazu (flauta), Teresa García
Piudo (piano), Ricardo García Carrese (violín), Elías Arizcuren 1915-2012, (violonchelo). En 1953
Tomás Garbizu (1901-1989) obtuvo una plaza de profesor de solfeo y en 1954 obtuvo la cátedra
de Órgano [13].
En 1955 el Excelentísimo Ayuntamiento de San Sebastián convocó oposiciones a cátedra en las
especialidades de solfeo, piano y fagot, formando parte del Claustro de Profesores desde
entonces los señores José Luis Iturralde de solfeo, José Montes Vila de fagot, y José Antonio
Medina Labrada (1926-1983) y Carmen Ocáriz Álvarez ( 1927-2013) de piano.
Relación de directores del Conservatorio hasta 1980.
-
-
-
Fermín Barech, 1879-1885 (Director de la Academia Municipal de Música)
-
Bonifacio Echeverría, 1885-1888 (Director de la Academia Municipal de Música)
-
Alfredo Larrocha, 1897-1907 (Director de la Academia de Música de Bellas Artes)
-
Bernardo Gabiola, 1907-1912 (Director de la Banda y de la Academia de la Banda Municipal de Música)
-
-
-
-
-
Regino Áriz Cía, 1912-1941 (Director de la Banda Municipal y de la Academia, nombrado Conservatorio desde 1929)
-
Ramón Usandizaga, 1941-1963 (Director del Conservatorio Municipal de Música)
-
Francisco Escudero, 1963-1980 (Director del Conservatorio Superior municipal de Música)
-
-
[12] Martín Imaz estrenó el Concierto vasco de Francisco Escudero en 1947.
[13] Tomás Garbizu. Autor Patxi Intxaurrandieta y Patri Urkizu. pág. 73-74